La obra de Sairi Forsman demuestra la existencia de un mundo interior: sus figuras tridimensionales parecen contener algo que las mueve desde dentro. Conociendo el tipo de poder de expresión que se esconde en la escultura, ha podido crear formas no sólo fuertes, sino variadas y originales. El aparente primitivismo en realidad se maneja con un notable sentido de modernidad. El artista produce imágenes que exteriorizan una complejidad psicológica, donde el cuerpo como medio de expresión a veces se encuentra atado, enredado, encerrado en sí mismo. Sus obras de arte apelan a la experiencia más vital de intimidad.